ENERO
Uvas con un nudo en la garganta. Incertidumbre, en todos los
sentidos. Año Nuevo con mi hermano. Kate, Casiopea, Barcelona. Casi
tres días de risas, regalos, momentos, tarta. Turisteo de ciudad. Un
encuentro en moto en Urquinaona y volver la cabeza para otro lado,
por si las moscas. Una planta preciosa en Las Ramblas que acabó
siendo mía (gracias, Kate). Un tortel de Reis de mazapán y una foto
a dos con nuestras coronas (por fin hay una para cada uno). La
felicidad es un molde de bundt para tu madre. Mis primeros rollos de
canela, un bizcocho de yogur igualito que el escudo del Capitán
América y sacar a la gran Marta Ponce de la pantalla. Últimas horas
“A través del reflejo”. Una edición antigua de Heidi en un
Flea. Un Instagram lleno de gatos (míos, claro), volumen I. El
despido. Que se nos viniera el mundo encima y que acabara saliendo
trabajo en el mismo sitio al que fuimos a celebrar mes y medio antes
el primer cambio de destino. Eh, que igual la vida se encarrila.
Paciencia. Más cuadros floreciendo en nuestras paredes. El jardín,
que crece. Tardes de té y de Mujeres Flor con mis 12 meses, 12
flores.
FEBRERO
Las primeras fresas con nata de la temporada. La que se viste de
verde por guapa se tiene, o cómo sacarle partido a un jersey que te
costó 2 euros. El Descubrimiento: una Raindrops en el Jardiland, mi
primera planta rara de verdad. El desastre (The Disaster, en inglés).
Una peluquera que, por “córtame un poco las puntas” entendió
“déjame el melenón que traigo, morena, en una birria de melena
midi”. Llorar de amargura por el pelo tan corto
(#firstworldproblems, ya lo sé). Vaivenes laborales. El piso nuevo
de mis padres, tomando forma poco a poco. The Big Revelation (La Gran
Revelación): Que te llame tu madre para decirte “¿Tú nos podrías
pedir un mueble que hemos visto en Amazon?” y darte cuenta de que
tus padres se acaban de pasar Internet y entran por la puerta grande
en el siglo XXI. Y tal. Adiós, Taniguchi. Adiós. San Valentín para
dos, pese a no estar pasando por uno de nuestros mejores momentos del
año (y la cosa prometía ir a peor). Un corazón cuajado de flores.
Bombones. Promesas que no se piensan cumplir. Un jueves lardero
conquense en Barcelona y un jardín lleno de prímulas, suculentas
que ¡sorpresa! florecen… y las plantas empezando a colonizar el
interior de mi casa. Volver a cantar en las Redes Sociales (“You’re
the Devil in disguise, oh yes you are) y un Instagram lleno de gatos
(míos, de nuevo), volumen II.
MARZO
Teoría y práctica de echar de menos a mi Ohana-lejana. Conquense
Connection y más flores para después de un concierto (de inicio de
Cuaresma, claro). The Thyssengate (#yomeentiendo #tumeentiendes). Ser
Dama de Honor. Una caja de pastas caseras, una lasaña inmejorable
(la de mi tía, por si hay duda) y una sesión de fotos haciendo el
mono en los jardines frente al Thyssen. Podríamos ser normales, pero
sería menos divertido… ¿verdad Gema? Sombra, en sombra, a la
sombra. Decisiones que duelen y hacer lo que hay que hacer, aunque no
sea exactamente lo mejor para ti. La ética y la honestidad por
encima de todo. Un sueño cumplido: pronunciar la XVI Exaltación a
Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente. Nunca podré agradecer lo
suficiente a mi Hermandad un honor semejante. Agradecer a mi padre, a
mi madre, públicamente, todo lo que soy. Que mi abuela me viera en
directo. Pero, sobre todo, tener la oportunidad de hablarte, Señor,
con el corazón. De decirte que, yo... Siempre contigo, Señor.
Contigo, siempre. Lady Succulents, mi alter ego jardinero en
Instagram (por si os interesa, me encontráis como @lady_succulents).
Un reto: probar las torrijas de todos los bares/restaurantes a los
que vaya en Cuaresma. Un ramo de flores que brota para mi del corazón
de mi hermano. Qué bonito es que te quieran las personas a las que
quieres. Audrey II, o la crasa más grande de mi jardín (gracias,
Gema). Un seminario de crecimiento personal y laboral que me acabó
pareciendo un timo pero del que nació una idea que sigue en el aire:
El Extraordinario Bazar de Cuentos Ambulante. Ojalá todos los meses
acabaran con tarta de zanahoria de tu madre.
ABRIL
Algunos paisajes no se olvidan nunca. En un lugar de la Mancha, por
fin vi molinos que se asemejaban a gigantes, en un día bonito con
mis queridos Ana y Fran. Ondulada osadía perfecta de cumpleaños.
Felicidades, Gema. Una postal vintage (eres un sol, Juncal) y un
corresponsal puntual en mi buzón de Barcelona, para cogerla. El
incendio. Té Memorias de África (mi descubrimiento del año) entre
palmas y ramos y un abrazo con mi hermano que vale, por lo menos, por
una Semana Santa. Aprender que a veces, puede más la Madre que el
Hijo, faltar al Pregón de tu mejor amigo en Las Mesas (aunque sabes
que estuviste presente en sus letras) y que me hagan fotografías
bonitas mientras trabajo. Nueve días (y ¡qué días!) con Águeda.
Quemarte la nariz en plena Semana Santa. La vida y descubrir abrazos
que lo son todo. Sobre todo, de bancero de Lunes Santo que sueña con
Madre al hombro de Madrugada. Confirmar que la mejor forma de
terminar un Martes Santo sigue siendo acompañando a la mesa a los
esclavos del Señor. Y que tu mirada, Padre, me acompañará para
siempre. Pecar con estilo por culpa de terceros un Jueves Santo
(nosotros nos entendemos ¿eh, Rodrigo?). Encuentros En el Calvario
que lo fueron todo y detalles que conmigo para siempre se quedan.
Momentos que quizá no comprenda más nadie pero, a nosotros... ¿qué
nos importa? Flores del Señor para mi escritorio y descubrir que en
Bélgica también se rompen las tulipas. ¡Ay! Llorar al ver a
Kateryna vestida de novia por primera vez; gracias por dejarme
acompañarte en uno de los momentos más importantes de tu vida. Qué
bonito fue. Mamá. Mujer-que-todo-lo-puede. Dos días maratonianos en
el Salón de Gourmets y una foto con Chicote, una felicitación por
mi trabajo y un detallazo: una clase personalizada de fotografía
para móviles por Barcelona. Sorpresa de cumpleaños para mi madre.
Volver… Pan de limón con semillas de amapola y una rosa en una
cúpula por Sant Jordi, que no marca el tiempo que me queda para
conseguir que se rompa el hechizo pero es como la de La Bella y la
Bestia. Dos propuestas de exposición para mis Mujeres Flor que no se
llegaron a materializar.
MAYO
Litigios post-incendio. Dos peperomias y un destino. El mayo al Jesús
Nazareno de mi pueblo en un balcón de Barcelona. Un reconocimiento
muy especial a mi trabajo: la insignia de plata de la V. H. de la
Negación de San Pedro. Gracias, hermanos. Con el Señor, juntos,
caminamos. Historia de una Coronación. Ponerle rostro y devoción a
Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías. Las mejores
pizzas uruguayas del mundo, a un tiro de piedra de casa. Una pared
para mis Mujeres-Flor. Terraceo time, para dos. Hortensias azules en
mi jardín y descubrir que, por más que me gusten, yo a las
hortensias no les gusto mucho. Una estampa antigua de la Virgen de la
Fuensanta para presidir (y cuidar) nuestro jardín y un macetero
colgante tejido por mi madre. Una mesa antigua en la basura que ahora
forma parte del jardín; me encanta rescatar objetos y darles una
segunda vida. Encontrar un bar en Barcelona en el que sí te ponen
tapa… ¡y no te la cobran! Reorganizar el salón para doblar el
espacio. El cuento de la criada. Half & The Cat. Mi hermano
vestido de novio y un traje fucsia para la madrina más guapa ever.
Un domingo de café y paseo con Mai en la Condal y un esqueje de
echeveria imbricata que me dio la dependienta maja de una tienda de
prótesis (fui a pedírselo, que robarlo está feo). Unos billetes de
tren rumbo a la Duodécima a 25 euros y cantar, mucho, en Instagram.
JUNIO
La docena. Que pocas cosas hay en esta vida que merezcan más la pena
que sacar en secreto unos billetes de tren para ver la Final con tu
padre y ser testigo y causa de su cara de sorpresa y felicidad al
verte. Que, mientras pueda, yo las finales las veo contigo, papá. Y
por fin otra final los tres juntos, como cuando éramos pequeños.
Que la vida, a veces, puede ser maravillosa. Queda inaugurada la
temporada de vestidos. Sobres, qué cosas, que no saben lo importante
que es aquello que guardan. Como, por ejemplo, la invitación de
#LaGranBodaHispanoUcraniana. Recuerdos del Camino de Santiago con mi
hermano. Una colección de monedas para comprar a una novia. Tardes
de picnic en la Ciudadella. Una camisa ucraniana, unos zapatos de
Dorothy y el viento tirando árboles a diestro y siniestro. The
Ballarin Project. Esplendor en la hierba y muchas fotos de final de
primavera. Mirarnos a los ojos, a pesar de todo (o precisamente por
eso) y seguir viendo en la pupila del otro la palabra “Siempre”.
Una estantería en la pared con dos botelleros de madera. Orquídeas
en el pelo. Una gata vestida de sol. Un sombrero de paja, una kokeshi
del Matsuri y atardeceres desde mi terraza cuajada de crasas. A 200
llegaba la colección. Que el que estaba acabado se ha vuelto a alzar
con la Copa de los Mosqueteros o la alegría de ver a Nadal ganando
de nuevo Roland Garros. Domingos con J de Juntos. Ser jardinera es
también aprender a decir adiós… y que el viento te rompa algunas
plantas. Un cesto de hortensias rojas como declaración de amor.
JULIO
Empezar el mes con el robo de mi retrovisor. Un Calendario de
Aniversario (eres lo mejor, Jose) y tardes en el puerto con vestidos
de volantes. Que Fanti es el gato más bonito del mundo. Contraluces
en azul. Oceánica Pretty. Sube la apuesta para comprar a la novia.
Una corbata para todos. Vladimir, el geco escapista con nombre de
sobrino. Paperblanks te ha seguido en Instagram. Ver pasar la vida en
los muros de Torrasa. El Jardiland casi casi como mi segunda casa.
Que las dependientas ya te conozcan y te avisen cuando hay crasas
nuevas. Que te presenten al jefe de sección para que “le pidas las
que quieras”. ¿Obsesionada yo? Parfavar… Que lo mejor de haber
sido campeones del Mundo es el ritual de volverlo a recordar cada 11
de julio. Crasas que te esperan en Cuenca porque te las han
encontrado tus padres. Nuevos fichajes in da haus: Ballenito y Moby
Dick. Que Jane Austen es una Mujer-Flor. Una alfombra roja para decir
sí. Claro que sí. Por siempre sí. Mireia Belmonte, Campeona del
Mundo.
AGOSTO
Agosto va de vestidos. Un kit de supervivencia, unas crasas en cajas
y una coreografía tan llena de amor que nos hizo llorar. Un paquete
maravilloso de parte de Juncal. Sorpresas llenas de luz. Recuperar el
rojo en Lola’s (y un cabello bonito de verdad de la buena, por
fin). El vestido rojo más bonito del mundo. El chino auténtico más
delicioso. Sobremesas para dos. Una visita inesperada (y muy guay).
Un vestido turquesa y Delatori, nuestro cojín-corazón. Una siesta
imprevista que nos evitó estar en el lugar equivocado, en el momento
equivocado. Las Ramblas nunca volverán a ser igual. Flores junto a
versos de Lorca y rezar. Y sentir. Y escuchar. Silencio, por encima
de todo. La vida, que sigue. Siempre. Platos que parecen azulejos
antiguos. Sesiones de hipnosis gatuna y del Gran Circo de los Gatos.
El verano es para jugar. Que mis fotos de crasas van a formar parte de una app de identificación de suculentas creada por un americano. Fantasía fotográfica en las calles de
Gràcia y de Sants. Una camisa amarilla con muchas novias para viajar
a los 50 en un bar. Agosto de luz y de color. Una falda de Dama de
Honor, unas sirenas-maceta como para enamorarse y mis primeros
intentos con la arcilla. Fácil no es. Divertido, sí.
SEPTIEMBRE
#LaGranBodaHispanoUcraniana. Si lo ves o no lo ves… o 21 días de
pistas para una Luna de Miel. Te voy a dar muchas pistas falsas y lo
sabes. Un mes para quedarse sin espacio en la terraza y la colección,
que llegaba a las 300 crasas. Tardes de tarta y café, de descubrir
gardenes nuevos. Road to Cuenca. Fiestas de Septiembre todos juntos
otra vez. Prerrafaelismo y tardes llenas de luz. ¡Viva la Virgen de
la Fuensanta! Galletas con chocolate, muñecas rusas en el Fleadonia
y domingos para descubrir nuevos restaurantes en Barcelona.
#LaGranDespedidaHispanoUcraniana y que emborracharse con un Mon Cheri
sea de guapas. Preparativos, un viaje a Barcelona en busca del ramo
de novia (o, lo que es lo mismo, el último viaje de mi hermano y yo
juntos con él como soltero) y una hamburguesa en un área de
servicio que ya la quisieran para sus cartas muchos estrellas
Michelin. Nervios, más nervios… para, por fin, ser testigos del
día en que por fin vi a mi hermano completamente feliz. ¡Vivan los
novios! ¡Vivan los novios que no se casan! ¡Viva la que cogió el
ramo! Ay, pájara. Palabras para dos enamorados. Mi madre, radiante
de felicidad. Una sesión de fotos maravillosa con Mirlo Azul y una
foto a lo Casa Real para enmarcar. Carmina Burana en Uclés, días de
mucho trabajo, de crecimiento profesional. Nuevos horizontes, nuevos
proyectos. Que la vida de autónomo es la vida mejor, hombre. Sobre
todo cuando tu trabajo no para ni el día de la boda de tu hermano.
Ah, espera, que el acabado también ha ganado el U. S. Open. Dos
sirenas directas desde Australia a mi Jardín. Unos que se van de
Luna de Miel y otros que volvemos a casa. ¿Os he contado ya que
tengo a Pincho en el jardín? Hasta siempre, Contador.
OCTUBRE
Un gato dentro de una caja (feliz cumpleaños, Fanti). El Procés.
Plantearse muchas cosas. Madrid en el horizonte. Días para celebrar
buenas noticias y nuevos proyectos. Tazas-maceta y ahora también me
gustan los astrophytum (lo que nos faltaba). A lo mejor es un poco
pronto para comprar adornos de Navidad… Una kokeshi desde Japón y
tardes de café y rollos de canela. Una caja entera de panellets para
mi solita (lo que me gustan no está en los escritos…). Que Jose se
ha dejado perilla (¡por fin!). Una taza-pájaro y un regalo
anticipado de cumpleaños en forma de botas bordadas de flores.
Aduana, mon amour. Una sorpresa de cumpleaños y unas velas de tarta
chusqueras que casi se consumen antes de que a Jose le diera tiempo a
soplarlas. Teoría de la Senectud (muahaha). Resaca fotográfica
post-boda. Un zorrete de cerámica, una begonia de lunares y gatos
durmiendo en todos los rincones del hogar. Volver a hacer una
linterna calabaza, para que Jose hiciera la primera. Día de Todos
los Santos, bitches. El Monte de las Ánimas (leída y cantada) y un
maquillaje de Calaca que dio mucho, mucho miedo y del que me siento
muy orgullosa. Lástima de no poder llevarlo una semana, por lo
menos.
NOVIEMBRE
Crasas en el cementerio, o cómo pasar un día original de Todos los
Santos. Quedarme con las ganas de llevarme unos esquejes, sobre todo
por si me traía algún alma a mi jardín. No me digáis que un
fantasma no iba a ser un jardinero chulo. Una kokeshi del Salón del
Manga y una colección de vasos navideños de Starbucks que se han
convertido en macetas para el jardín. 34. Un cumpleaños con tarta
sorpresa (Jose, eres un sol) y de estrenar vestidos bonitos. Echar de
menos la felicitación de mi tía a las 12 en punto. Regalos antes,
durante y después. “Oh, Din-Don, ten corazón...” o cómo, de
repente, mi casa se ha convertido en el castillo de La Bella y la
Bestia con dos figuras maravillosas de Lumiére y Din-Don, gracias a
mi hermano y Kateryna. Os quiero, guapos. Tres días en Madrid y
comerme media lasaña de una sentada. Si la lasaña de mi tía no
existiera, habría que inventarla. Un multi-regalo sorpresa de mi
prima que me encantó. No-novia de rojo. De
#LaGranBodaHispanoUcraniana a #LaBodademiMejorAmigo. “Se ve que es
época de bodas” “Se ve que sí” (Primos, en bucle, aunque haga
muuuchos meses que no la veo). Una caja que guarda un regalo secreto
hasta el 25 de diciembre (te quiero, mamá). El regreso. El andén.
El empujón. La caída. El casi esguince y un tobillo que ahora me
duele cuando llueve. ¿He mencionado ya que hay gente con mucha prisa
y muy imbécil? Una planta debajo del tren y un señor muy amable que
la rescató. Llorar en el metro con el tráiler de
#LaGranBodaHispanoUcraniana by Mirlo Azul. Días que saben a Pumpkin
Spice Latte. Hola mi amor, yo soy tu loro (o la Banda Sonora
preferida de Fanti). Regalos desde Praga-Viena-Budapest. Una invitación a escribir un artículo sobre cuidado de suculentas en una web americana. Una
felicitación por mi trabajo muy especial y proyectos que crecen.
DICIEMBRE
Tres Calendarios de Adviento: uno para seis, uno por amor y otro (por
sorpresa) para mí. Un belén de ratones, un belén de mi infancia y
un belén para regalar. El Calendario de Adviento nos ha traído un
Tió. Puentes con mi prima y superar el reto de ver todas las pelis
navideñas malas de la historia. OT y sus pases de micro. Carmen. El
Mercat de Santa Caterina. Y fruita, claro. Mucha fruita. Odiar las
despedidas, un año más. Y desear que pasen los próximos doce meses
tan rápido como los últimos para que vuelvas a venir. 12 días, 12
regalos: uno rumbo a Madrid, otro a Irún. Correos haciendo de las
suyas con mi regalo de los Reyes Majos. Vergüenza ajena. Vergüenza
os debería dar. Pero no os la da, que lo sé yo. Chocolate con
churros, flores de hilo y una maravillosa postal hecha a mano de
parte de mis padres. Poner el árbol, unas guirnaldas, una corona en
la puerta, luces en la terraza… Adviento que es casi Navidad. Un
ángel de papel en mi árbol, hecho por mi madre. Estrellito, el
nuevo cojín (sí, ya, les pongo nombres a los cojines). Jumanji de
preestreno. Que el cariño son dos pastillas caseras de turrón
(gracias, Ana y Fran). Una semana en vilo. Querer viajar de sorpresa
a casa en Navidad. Haciendo un pulso cabeza y corazón. Ganó la
razón, Nochebuena para dos. Regalos casi sorpresa bajo el árbol.
Videollamadas que nos acercan un poco más. Que haya tenido que
llegar Kateryna para que mi hermano me responda a una postal de
Navidad. ¿Sabéis lo que pasa cuando esperas para comprar un
calendario de adviento hecho de cubitos para poner plantas? Pues que
lo encuentras muy rebajado un día antes del último del año. Si es
que hay que tener paciencia. Y ahora sí… Final de año para dos.
Final que es principio, porque ahora… ¿volvemos a empezar?